Cap. XV - La Ciguapa y el Tirano(saurio)
(de mi novela "Yo, Rodrigo de Siglos")
San Cristóbal, Cuna
Gloriosa del Benefactor de la Patria -así decíase entonces, motivo a haber
alumbrado de sus espléndidas ancas al más terrible de los dictadores jamás parido
por estos predios-, convirtiose en mi nuevo hogar.
Allén residí un montón de años (trascuento)...
Ya perto a la Catedral. O adosado al Mercadillo. U…
Retantos, que
hasta la cuenta perdime.
Entonces, había
decidido aceptar mi suerte. No.
Agreste, y após fartos amores, y dolores, y
partidas (y exabruptos), empezaba yo hasta hastiarme deste duelo sempiterno.
(El aroma a café proveniente de la cocina
obnubilábame a...)
Y aunque
vivía (respiraba, esgrimí), día a día, aminorado moría, a cada micra (de segundo).
Existíame, apenas.
(Patrón, patrón, una tacita nomás, ¿sí?...)
Circunspecto
(o no), traté de obviar prolijidades. Tan, de exceso rehacer, y deshacer (me desfacía)…
Consumía, yo.
Mal, igual (símil),
la res pública, discúlpome (quise decir), la república… (trillado, consiento pos).
Así, y cuando
arribose el tirano (Trujillo) en 1930 -para el ciclonsazo de San Zenón-, fui de los que contribuyose a su
entronizamiento. Había que enderezar a este país, con tanto embrollo, y quita y
pon (y jamaqueo). Ora, quien más…
(Aquel, antiguo jefe de la Guardia -creada
por los americanos como mencioné, ya ahora Ejército Nacional-, habiendo sido
cuatrero o ladrón de vacas en su mocedad, se había enriquecido comprando
alimentos, ropa y calzado para las falanges y...)
Vigorizante Era.
(Construyéronse
casas, escuelas, avenidas, hospitales, carreteras, edificios, puertos, y hasta
se pagó la impagable deuda externa mediante un Tratado con Hull, reconocía...
Aun, contratáronse a tantos braceros
vecinos -p'al corte y tiro- en sus ingenios azucareros, que agravose el drama
ya...).
Llano, conocime
a su estirpe (nel vecindario) -allegado a Negro y Petán-, lo cual sirvió para
acercarme a tan preclara figura (entonces). Le idolatraba.
Manque luego conferime, arrepentido
(erré).
(Con la
matanza de haitianos -nombrada del
Perejil- nel 37, pasose. Y no
sólo en su afán por blanquear la raza…)
Ya, percataba
a mí demás (aquel).
Tal, fui su
asistente (y leal consejero) durante varios lustros.
Trasladábame
casi interdiario a la Capital -que ahora era Ciudad Trujillo, sí-, don
aprovechaba para visitar a alguna noviecilla en la calle de La Noria (ah
añoranzas)...
Entonces bajábamos al Ariete, con la hermana mayor de
chaperona jo… O por la Hostos, a los Imperiales
-o a los Capri, más lejos-, valiendo el viaje.
Don, las tardes imborrables del Rialto...
Aún atrona Arabian Nights, de la
criolla María Montez -la Reina del
Technicolor- y John Hall a...
(A antinomia, con estupor recuerdo los
destrozos causados por el catastrófico conflicto bélico que desgarró a la
humanidad del 39 al 45, y en el que viéronse involucradas la mayoría de las
naciones del mundo -incluyendo a la República Dominicana, de refilón-, y en el
cual pereció la astronómica y espeluznante suma de ¡70 millones de personas!
Las naciones aliadas, lideradas por Churchill, Roosevelt y Stalin, derrotáronse
a los países del Eje -con Hitler, Hirohito y Mussolini a la cabeza-, impidiendo
la empoltronización del nacionalsocialismo y su doctrina fascista y racista, -acrimónico-
no ajena a nuestro patio)
Un día -en su
despacho personal del Palacio-
Trujillo eyectose, con aquel peculiar tonecillo de voz (edulcorado): “Je, je,
tu no te pones viejo, ni una arruga. Hmmm, cuida(d)o si has hecho un pacto con
el maligno”, y solazaba. Yo reía. “Es
de familia”, apenas refutele.
Usábame yo
ropas anchas, y gafas, y sombrero de pajita (oscuro) -a lo Gardel-, con barbas y mostachos, para lucir más maduro, ya mi
oblivia juventud brotaba siempre en mi sana jovialidad, y retozos (no
amanerados, consiento)…
(Tangencial,
sentí demás la partida abrupta de don
Pedro Henríquez, una eminencia -conforme
a Borges, y hasta Sábato-, al abordar un tren en Buenos Aires, hacia La Plata…)
Sin embargo,
el Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina -a nombre completo, Benefactor y Padre de la Patria Nueva-
siempre me distinguía (y en mí creía).
(Aun recuerdo
los fastos –y derroche- de la Feria de la
Paz y la Confraternidad del Mundo Libre. Angelita I –la hija– desfilose en despampanante
vestido blanco -de 80 mil dolores, digo dólares-, bajo 60 pieles de armiño
ruso, traído de Roma, y dame grima …)
Memoro, fue
una de sus últimas visitas a esta provincia.
Él (todo Él), nombrado (por sus alabanceros) “Perínclito Varón” -de bicornio
emplumado-, concitonos a la refriega.
"¡Navajita, Navajita! ¡Navajita",
ya aquel sanguinario general consorte (Espaillat) apresurábase a...
Somero,
perdímosnos en la espesura de la sierra (arriba), don arrumámosnos como guaraguaos
al acecho (gregarios pues).
Entonces
oíanse (quias) historias de extrañas
criaturas -deformes (profesanse)- las
cuales, de manera advenediza, dedicábanse a fisgonear o a marotear frutos (en veces) por la zona.
Y refiérome (real)
a las ciguapas.
Seres
asexuados o del sexo femenino, con la vedeja
hasta las piernas, y los piés en sentido inverso a su cuerpo, mas de visibles
rasgos indigenoides y torpe andar, que en noches de luna clara, emite un gorjeo
como de perdiz (en celo) execrada de su aviar parnaso, dizque que hace perder la cabeza “a algunos hombres”.
Tan solo “a
algunos” (presumiéronse).
Entanto, unotros aseguraban que todo aquel asunto era caballá -vocablo del argot popular criollo que supongo proviene del
término cábala, a ser suposición o conjetura vaga-, razón por la cual estos
hechos caen en el campo de lo sobrenatural o esotérico (observeme).
A decir
verdad, la versión cartesiana (o racional) decántase por malformación
hereditaria (congénita), y hasta de desarraigo neonato forzado se ha hablado. (¡O
vaya Usted a saber lo que aquí cabría!).
Avizor, al Jefe había que rendirle cuentas (rápido).
Y no con cuentos de caminos. So,
explayeme (tras mi experticio):
“Cuentan que
aquella había crecido sola, en los oteros (perdida), amamantada por carneros
cimarrones que vagaban por aquestos
cerros, sobreviviendo apenas deglutiendo insectos y hojascas comestibles”,
extendía yo.
“Aquel ser,
de carácter huidizo mas nóblego, había hecho migas con algunos cazadores
furtivos y hasta maleantes que aventurábanse
naquellas tétricas lomas don sobreabundaba la epopeya y el rito.
Empero, y a bastante distancia, siempre”, solteme.
“Tanto dicen,
que balbucéase una lengua. O dos o tres proemios, quizás. Tartamudea.
Gesticulando con todo el cuerpo, y brazos, y manos, siempre de espaldas a su
interlocutor, quien nunca atrévese a otearle
a sus ojos (oblícuos), por temor a ser hechizado”, proseguime en perorata. “Y ¡ozú!,
ante el más mínimo amago, escabúllese desaforada (sin dar gabelas),
encaramándose en algún palo o árbol expedito, reptando entre su follaje como
una culebra, permaneciendo allí todo el santo día, hibernando, o traspirando
apenas (camuflajeada)…. ”
(Alteaban por
aquellos días novelillas -de pacotilla- de hombres
lobos y hasta vampiros o zombies, y claro yo...)
“...O alojándose (escondiéndose) en las
tenebrosas e inaccesibles (lejanas) cavernas -o cuevas- del Pomier (o de Borbón),
embebecida con el arte rupestre
pre-colombino de sus paredes arcillosas (ay, Boinayel), atiborradas de murciélagos y cagarrutas, ya
estalactitas, y estalagmitas, candidatas
a columnatas goteantes perpetuas...”
(Uf, qué verbo, babeaban. So, bajele
algo)
“Aunque a
veces, vésele escoltada de un can blanco, con rasgos semi-humanos, y que más
bien aseméjase a un bacá -extraño
ente mitad gente y mitad animal-, quien defiéndele de rufianes que intentaren (o intentasen) propasarse, amedrentándoles.”
“Ya
mayormente, deambula solitaria, como ánima en desconsuelo, apenas retozando con
las aves y entrotras alimañas de aquesta mágica floresta (impenetrable)”.
Todos
escuchábanme, gaznápiros.
“A voces,
llámanle Fiordalisa. Aunque (a veces) no acéptase aquel mote, y amohina (o
enfada). Mas, y en el fondo, no es mala gente. (Supe) contanme los lugareños que, y
en las noches (no lluviosas), ella
arrúllase vencejos y rolas, caídos de los árboles, y les canta y acuna naquel
lenguaraje enrevesado que utiliza para comunicarse.”
Tal, el vulgo
hablaba mucho (y demás).
Y fablaban (harto) de aquella, y de sus
“poderes sobrenaturales” y designios fatuos. Tan, créome exageraban (no)...
Trujillo nin pestañaba.
“Así, de
agudísimo oído y extramundana percepción, escucha cosas, e historias. Y
cuentan, que hasta anécdotas de
raptos, y de orgías (o canonjías). Y vahos, don
meretrices asesinadas. Cruentos desfalcos fuen...
Anales patrios”, disoluto adscribime (jo
atrevía ya).
(Es que las cosas habían llegado a tal
punto…)
Ésto último
disgustole (mucho) al Jefe (en
itálica, pos), quien mandome a “freír
tuzas” (por lenguaraz).
“¡Tarado atrevido!”,
exclamose aquel sobrado régulo cabreado (luego sopláronme).
Veraz,
aquellos bosques y pantanales aledaños albergaban relatos horrorosos de
prisioneros de la tiranía, y desaparecidos, que en su huida (desesperados, y
aterrorizados) los más, eran “cazados” cual si jabalíes (montaraces), y puestos
“en puyas” como barracos ayermes.
Y claro, los bufidos, y las plegarias, le
escandalizaban, e irritábanle (tanto) a aquella…
Tras una
semana de arresto, reincorporeme (de manera subrepticia) a aquel macabro team (y desmanes).
(Dios y Trujillo, rezaba una placa sobre
el dintel del postigo abierto al...)
Corría el año
de 1960, y la primavera arribaba a la isla con sus primeros aguaceros. “Abril
(aguas mil)”, perorateaba doña Donata (la criada). Aquella gustaba de llevarle
algunas viandas a la “peque” (como llamábale), y hasta dulces de ajonjolí y
nuez de coco (o de guayaba) que solaz hacía, y cual “más le deleitaban”. Ora, el ambiente general que respirábase
era agobiante.
“Treintón vea, fuele…”, arrestose a decir.
Mazo y progreso, se argüía.
Tanto, había
sido demasiado, tanto...
(Cantinela, o
latiguillo ya).
Quesque... Vence el mal con el bien... / Romanos 24:21, díjome. Capaz ni sabía...
De Trujillo City llegaban noticias,
aisladas y veladas, de conspiraciones y enredos, dizque los exiliados vendrían,
de nuevo (mas desta vez, mejor apertrechados). Deliraban. Soñanse. Y el resto, apenas ni se enteraba. O preferían hacerse los chivos locos, por si las
moscas.
Grave, el
sátrapa nin reculaba.
(La invasión de Cayo Confites -en el 47-, y
la de Constanza -ay mi Ananí-, Maimón y Estero Hondo, en el 59, abortaron el...)
Antonces, el derredor ardía. So, atentados a doquier: Lescot (por
Haití), Figueres (de Costa Rica), Betancourt (en Venezuela), ya Galindez, gasificaba - in the Big Apple…
(Luna sobre el Jaragua, al baile de galas
tocanse…)
Aquella
tarde, decidimos pernoctar en casa de un conocido correligionario amigo del
tirano de apellido Toromoto (¿sería japonés?). Tras los ánimos atibiados, la caballería motorizada
internose en un camino polvoriento que conducía a un claro en medio del monte,
donde erigíase una choceta de blocks,
techada en asbesto, y palmas (entrelazadas) a modo de tapia.
Diminuta, más
efectiva, pues allí hacíanse de las suyas los esbirros y el dictador, rara avis (mirando gozaban),
martirizando, y atormentando inmisericordemente a sus contrarios.
Allén había desde matracas de fierro,
con punzones aguzados, fasta aquesta
poltrona mefistofélica, de calabrotes irradiados, conectada a un interruptor
eléctrico (de 2-20), entre otros luzbélicos artefactos lacerantes embetunados
de porquerías, y tajos humanos... ¡Horripilante antro! (resopleme).
Socarrones,
aquellos sonreían... Y brindaban, cuan
felicitábanse, por su eterna gracia. Abstraíame, yo (ubérrimo).
Aliado del
“Mundo Libre”, tal férreo luchador anticomunista -naqueste tórrido y forzado escenario de Guerra Fría global, tras las dos grandes conflagraciones que
devastaron al orbe-, aquel (sádico tiranosaurio) se las lucía…
(Ya al jet-set hollywoodense, Sinatra, Rubirosa
y la Gabor... That's Life!)
En tanto, una
cuadrilla de calieses (acechadores del
SIM, baraustado por el despiadado
Abbes), rastreaban y peinaban toda aquella zona, sin trasumptos en nuestra insular geografía por lo “enmarañada e
inextricable” dijéronme.
“¡Desaparézcanla!”,
fue la orden (trascendiose). “Pero hagan que parezca un accidente (de caza)”
agregó aquel (jocoso), como era la praxis.
(Dos biembienes merodeaban, víanse).
Y a orillas
del río Nigua, caudaloso entonces y límpido, -contiguo al trapiche antiguo, dentre
cañafístulas y non cañas- ensámbláronse
el campamento (reseñeme).
Al cabo de
los meses (y los días), y tras infructuosos intentos de alcanzar a tan
codiciada presa, los milicianos exasperáronse.
Hasta el extremo de temer por sus vidas, y las de los suyos. El tiempo
apremiaba, y al Jefe no se le apañaba
con pusilanimerías, ni pretextos baladíes. Una orden era una orden, y punto. Y
a cabalidad, había que cumplirla, a cualquier costo (y templanza).
Tanto demás,
artilugios (sofisticados), y trampantojos,
sobráronse, y nada. Comprensible, la paciencia atestaba. Mal, esa noche, la
soldadesca arrestose. Y dividiéronse en varios grupos (pintanme), doce en cuatro frentes mayores.
¡Había que acorralarla!
(a la “bestia”). Mas la “bestia” morábase al infinito, y no en la Tierra,
reverberaban, por lo que era impracticable su captura, incoáronse unotros...
Vasto, el
desparpajo fue épico. Apenas retornáronse trece, y para contar el cuento. Los
demás, nin siquiera los cadáveres se
encontraron. ¡Desvaneciéronse!
(Glglgl).
(Nese saldo), la prensa local y nacional (leía)
reseñose -ascético- acerca de los sucesos acaecidos en la Loma del Jacho Roto,
paupérrima población (escasa), donde acaso habitábanse unas doscientas cincuenta
y ocho almas (y mal contadas), pero que hacíase un ruido...
Após, las noticias esparciéronse, y regáronse por toda aquesta insular geografía y locaciones allende.
(Desarboléaronse a las avispas, pos)
Cierto, la
paranoia de aquel gobernante déspota (otrora mi deífico gerifalte) alcanzaba
niveles paranormales.
Entonces,
viose que se podía (si se quería).
Que no eran
tal invulnerables.
Y tramáronse
(muchos).
Tramaron y
conspiraron, en los colmados y cafeterías de los pueblos.
(Mauricio
Báez en La Romana, y Dato, o Tavárez Justo, y Freddy Valdez, demás…)
En los
salones de belleza. Y en los parques, en los campos y ciudades, en sus
suburbios elegantes y vericuetos o barrios...
Bajo las
jacarandas (urgidas), pobladas de florecillas púrpura acantonadas al vuelo...
Y fasta las orugas (p'al Gobierno), convertidas en mariposas -las Mirabal en pleno- reincidían.
Ya esquilmadas atrozmente fuéronse (oprobio). Aún retomo (alicaído).
(A su lauro, cada 25 de noviembre se
conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la No Violencia Contra la
Mujer por Resolución 54/134 de la Asamblea General de...)
(1961) 30 de
mayo: era la fecha clave.
Aquel grupo
de hombres férreos sacrificó sus vidas y familias por la patria: mataron al chivo (nela carretera).
(No hay deuda que no se salde, ni…)
Trujillo
finalmente sucumbe, aun el régimen perviviose por unos pocos meses (sangrientos
más, desgozo)...
¡Ay Ramfis! –el primogénito y delfín-, ensañose
contra los conjurados que cayeron cual naipes (heróicos), en as de picas, jo.
(Aun Balaguer,
último presidente títere, se las ingeniaba para…)
Mil
novecientos 61.
Neso, huía (yo).
Huíme a la
sierra (desbandado). Perseguido (por paleros,
así les decían)…
Tanto, y una
vez más -por vez millonésima, y no
abulto pues-, sobrevivime.
Degustando
insectos, y frutas, y aves que cazaba, furtivo. Al soto (escondía).
So, en mi apilada choza (de tablones desvencijados
que fise), un cantar lejano (oí,
entrecortado) escuchose a lontananza.
En mitad del
monte que abrevaba en la ría que brotaba de la montaña...
Era el canto
de Fiordalisa, la ciguapa, que exultaba, y erizaba los valles y las sierras de
mi isla (redimida), en su fragua...
Mal, en la
Loma del Jacho Roto, lloraban (?), y concelebrábanse (otros).
Soplaba un
viento nuevo.
Tal, aquella,
danzaba libre, libre, libre...
Sabíalo (yo).
C.V.
C.V.
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