domingo, 30 de enero de 2011

Frases Mías
(y de todos...)

"Sin cuartos, 
(With no money,


pero feliz!"
(but happy!) 

                                                  C.V.

sábado, 29 de enero de 2011

Frases Mías
(y de todos...)

"Hay pecados
(Some sins)


que nunca perimen..."
(never perish)
                                                         C.V.

viernes, 28 de enero de 2011

Frases Mías
(y de todos...)

"Dejadlo todo 
(Leave it all)


a Él"  
(to Him) 
                                                          C.V.

Frases Mías
(y de todos...)

"La pereza 
(Laziness)


mata"
(kills)
                                                   C.V.
Frases Mías
(y de todos...)

"Dulce lar
(Sweet home) 


   es la patria..." 
(is Homeland)

                                                       C.V.
Frases Mías
(y de todos...)

"La verdad duele, 
(Truth hurts,)


mas la mentira huele" 
(but lies smell)

                                                          C.V.


Frases Mías
(y de todos...)

"Mas vale
 ser célebre 
ante Dios 
(It worths more
to be celebrated by God)



que ante los hombres" 
(rather than men)

                                                            C.V.
Frases Mías
(y de todos...)

"El límite
(The limit)


son los confines 
del universo..."
(are the boundaries
of the universe)

                                                                         C.V.


Cap. X - Balbuceos de Patria 
(de mi novela "Yo, Rodrigo de Siglos")


                Conocí a Francisco el de Olaya -Olaya nombrábanle a su madre- en el parquecillo de la Iglesia del Carmen, a la salida de alguna reunión de aquellas, cuan un grupo (bastante nutrido, oy memoro) conspirábase “para separarnos del yugo haitiano, y forjar una nueva nación, que llamaríase República Dominicana”. 
       Para entonces, ya Duarte encomienda a aquel realizar tareas dables con su carácter y (acrisolada) traza. Y deso doy fe.
       Más, su ferviente laborantismo proselitista sobrepasa a las murallas de la ciudadela vieja y su periferia, extendiéndose a poblados adláteres, agenciándose la elevada admiración y el respeto de los demás conjurados.
       Aquestos, apenas viénenme (al ruedo) -sed justos, lo primero, decíase Duarte el patricio-, don Jacinto de la Concha, Juan Isidro Pérez, José María Serra, Benito González, Félix María Ruiz, Felipe Alfau, Pedro Alejandrino Pina, Juan Nepomuceno Ravelo… Tantos (prohombres tantos). Nin se hacían ya…
       Así, nuestro Francisco -Francisco del Rosario Sánchez, a nombre completo-, convirtiose en uno de los principales líderes del movimiento separatista.
       Tal no solo amor a la patria prodigaba, rotundo no.
       (Y es que las celosías de las -enrejadas- ventanas de las casas de la época -y que sobresalíanse algo a la calle- permitíanles a las mujeres acodarse a ellas, ya poder platicar con quien estuviese parado afuera, escuchar una serenata, o mimar un romance..., observaba un extranjero)
       En esas (otras) lides, conoce a Felícita Martínez. A escasos meses le nace su primera hija: Mónica. “Mal, aquesta mucho riñe (harta)”, una vez confesome. Por lo que, y al poco tiempo, separose desta.
       Ni tanto olía la flor…
       Tanto luego, ajúntase -recuerdo tal voz- con María de Hinojosa, con quien procrea a la niña María Gregoria, mejor conocida en el vecindario como Goyita. ¡Tamaño enredo! (pensaba).
       (Pueblo chico…)
       Ésta, forofa de cafeomancias -o lectura de tazas-, y hasta cartas o barajas y, ni brujuleose que...
       Ora, en Puerto Príncipe -la flamante capital haitiana-,
Charles Herard toma el poder, tras derrocar a Boyer, y de inmediato envía emisarios a descabezar “cualquier intento o brote revolucionario en la parte este de la isla”. El prócer Mella entonces es hecho prisionero, y Juan Pablo es sacado del país.
       Las nuevas deflagraban…
       (Nublose)
       A pura guisa, Sánchez logra escapar de sus perseguidores. Y de incógnito arriba a la ciudad de Santo Domingo, ¡tras cruzar a nado el río Ozama!
       Tal, y aduciendo una repentina enfermedad, finge morir, a fin de despistar al enemigo.
       Todos asistimos a su entierro (fingido). Lloré como una Magdalena (je).
       Auténtico, el rumor se propala por toda la villa, y al efecto los militares haitianos no ocultan su júbilo, dando por clausurado el asunto.
       Mella preso, Sánchez “muerto”, y Duarte en el exilio, de plano augúrase el ocaso de la “osadía separatista”, concelebráronse aquellos.
       Mas la llama de la libertad aún no perecía. Tanto aún más, “flameaba aún más viva y fulgurante que nunca”, conculcome alguno de los conjurados.
       Y así fue como la noche del 27 de febrero los patriotas congregáronse en el entonces Baluarte de San Genaro -hoy Altar de la Patria-, donde proclámanse a los cuatro vientos el nacimiento de la República Dominicana.
       (Aun San Rafael, Hincha, San Miguel y Las Caobas, quedaron atrapadas en las patas de la historia haitiana, por lejanas dizque…)
       Sánchez, “quien no había muerto ” y vivito y coleando demás estaba, izó al clarear el pabellón tricolor anunciando al mundo el surgimiento de un nuevo y glorioso gentilicio, al unísono y estentóreo grito de ¡Dios, Patria y Libertad!
       Al otro día, aquel mismo preside el nuevo organismo rector nacional llamado Junta Central Gubernativa, pero por poco tiempo (advertiles pos). Don Tomás Bobadilla y Briones pronto pasa a ser la cabeza, imponiéndose desde sus inicios la odiosa corriente conservadora que no confiaba mucho en la viabilidad del proyecto independentista puro. Entonces, Mella se traslada a Santiago. Y Duarte regresa a la isla.
       Yo trataba (dizque) de no involucrarme, pero ¡qué bah! Henchido yo de patriotismo no patriotero (o artero), financiábame a escondidas la causa, en detrimento de los enemigos de siempre.
       Grave, una tarde desas, tras cerrar la tienda en las Atarazanas Reales, un incendio (vil) destruyolo todo.
       Los escasos bártulos que puede salvaguardar (chamuscados muy), arrumbelos en un hosco cobertizo situado en un entrepatio posterior a mi vivienda familiar de la calle de Los Plateros.
       ¡Bando fratricida!, imbuía.
       Peor, ni arredraba (a pesar de mis años, tapados)...
       Así las cosas, el General Pedro Santana es nombrado Jefe del Ejército Libertador. Aqueste se entera de los planes subversivos de los trinitarios, instigados por el revoltoso Duarte, quienes pretenden reencauzar el proceso revolucionario al primigenio ideal separatista (sin injerencias foráneas), como malsanamente proponía el sector saltapatrás capitaneado por el infame Bobadilla.
       En Santiago, y de manera (dicen algunos) precipitada y emotiva, Matías Ramón Mella proclama a Duarte como Presidente de la República. Santana, quien en esos momentos se encontraba en Azua, se traslada de inmediato a la Capital, y reduce a prisión a los “sediciosos”. Y tras declarárseles “traidores a la patria”, son expulsados indefectiblemente del país. El 26 de agosto márchanse a Inglaterra, Sánchez, Mella, y los demás patricios. Duarte saldría más tarde. ¡Oer!
       Mas, y ¡ah desgracia vil  la que ensáñase contra aquellos!, entereme. El dable vapor que llevábales arrojados de su suelo, naufrágase en las costas de Irlanda. Tal, ¡y milagrosamente, sobreviven!, y logran llegar a Dublín, desde allí partiendo luego hacia los Estados Unidos (de Norteamérica).
       Ya alguno veles en Curazao, don continúan sus faenas libertarias. ¡Semejante cabotaje! Allén Sánchez amancébase con Leticia Leydes, y nueve meses después le nace su hija Leoncia (contome após, con detalles).
       ¡San Antonio de Padua!
       (Empero) no es hasta que Pedro Santana sale del poder, cuando retornan todos a su abatida patria -¡Oh dulce lar!-, tras una amnistía general decretada por el entonces presidente Manuel Jiménez, quien de inmediato nombra a Sánchez como Comandante en Armas y Jefe de la plaza militar de Santo Domingo.
       Por aquellos días trata -¡aquel no era fácil!- a Mercedes Pembrén (conocida mía), quien a poco alúmbrase a Petronila (ña Tonila le decía, de cariño), mas luego se dejan.
       (Aun espolvoreábase demás la Meche -y sin ser San Andrés, jo- dizque para lucir más blanca…)
       Finalmente, (arguyome entonces) decide sentar cabeza, y contrae nupcias con la joven Balbina de Peña, con quien procrea a Juan Francisco y a Manuel de Jesús.
       Corroboraba, siempre observele como “un padre ejemplar y responsable”. Tal atestíguolo (y non juego).
       Al retomar Santana el solio (en 1855), vuelve a enviarle al exilio. ¡Ah coincidencias!, justo cuando España finalmente reconoce nuestra independencia.
       (Bueno…)
       A propósito -y cual registra la historia-, de nuevo el nombrado General Hatero derrota a los haitianos en las batallas de Santomé, Sabana Larga, Cambronal y Jácuba.
       Nel año siguiente, Sánchez regresa al país, donde estudia Leyes de su cuenta. Y adquiere el exequátur de la Suprema Corte de Justicia, lo que le permite ejercer como abogado, siendo nombrado Defensor Público. Luego, aprendió Francés (superose sé).
       Por desfortuna, (en 1859) es apresado ¡y enviado a ostracismo de nuevo!, al enfrentarse a Santana por vez enésima, y quien ahora pretende anexar la patria a España, concretizándose tal felonía en enero del año subsiguiente.
       Entonces, y desde Saint-Thomas, Sánchez prosigue con sus aprestos independentistas, y convence al presidente haitiano Fabre Geffrard para que le apoye, “a fin de evitar que se estableciera en la parte oriental de la isla nueva vez el dominio colonialista y esclavista español”.
       Más tarde escríbele a uno (leal, común): “Mi patria está vendida, y eso basta”. Y luego proclamaría (contanme): “Tal si la maledicencia buscare pretextos para mancillar mi conducta, responderéis a cualquier cargo diciendo en alta voz, aun sin jactancia: yo soy la bandera nacional”.
       El 1 de junio de 1861, Sánchez penetra a territorio dominicano, ya en El Cercado cae herido en la ingle tras emboscársele a traición. Un tribunal sumario -y junto a otros “rebeldes”-, condénales a la pena máxima, y el 4 de julio, son inmisericordemente fusilados en pleno camposanto municipal de San Juan de la Maguana.
       Testigos narran, que sus últimas y desgarradoras palabras fueron: “¡Que viva la República Dominicana!” (estremézcome agora).
       El país perdía a uno de sus más grandes prohombres. Y yo (a propósito, aún sin un rasguño o arruga, visible) perdíame a un aliado singular.
       Tal, ¿cuándo conocime a Mella?                                                                                                           

                                                                                             C.V.