Tras la
salida oficial (y no oficiosa) de los marines
estadounidenses el 13 de julio de 1924 -luego de ocho años de odiosa
intervención y férrea resistencia nacional desde La Barranquita, do hasta gavilleros
patriotas tuvimos, y santos Liborios-,
respirábase en el país una grata (ya inusual) atmósfera de prosperidad y
progreso.
(El Plan Hughes-Peynado -apoyado por el
Presidente Harding, a contrapelo de su rival y antecesor Wilson-, y bajo encono
de la Unión Nacional Dominicana -presidida por Emiliano Tejera, y la cual propugnaba
por una desocupación pura y simple, sin más-, acordó nombrar a un Presidente
Provisional -Vicini Burgos- que organizase elecciones y...)
(Aunque) al
amparo de aquellos, el recién
instaurado gobierno constitucional de don Horacio Vásquez, quien ascendía por
vez tercera al solio presidencial, daba muestras de espabilamiento
institucional y orden.
Entanto, seguía yo al frente de mi venta (en popa).
(Lo último que se debe perder es la confianza
en uno mismo…, sostenía)
Recuerdo
construyose la primera versión del Acueducto de la Capital. Y se remodelaron
los tres ejes troncales viales que enlazaban a esta urbe con el norte, el sur y
el este de la isla, entre otras grandes obras de infraestructura civil de
importancia, así como algunos edificios de
varios pisos en la ahora concurrida vía del Conde.
(Ups, aqueste único vehículo -de manivela-
por poco atropéllame al...)
Tal, y a la
fronda de aquel glorioso almendro (nel
Parque Colón), las tertulias diarias (vespertinas) abundáronse.
Se hablaba de
todo, y demás (admitime). De pelota
(beisbol), de mujeres -las de Nagua, o Mao…-, y de política (claro).
La lides
democráticas efervescían…
(La visita de Charles Lindbergh en su Spirit
of St. Louis -recibido con honores oficiales- convirtiose en todo un
acontecimiento, donde más de 20,000 personas aplaudiéronle en...)
Entonces
conocime a tanta gente. Artistas, pintores, violinistas, alabarderos del
régimen, alquimistas, etc. Toda una pléyade de singularidades humanas expresas
en un solo duelo de palabras, y oquedades.
(Reminiscencias
uh).
Uno desos prolíficos personajes (autodidacto
pos) denominábase a sí mismo como tal
Arquímedes. Nada que ver con aquel de la Antigua Grecia, pero ¡y Eureka!, ¡qué
ameno la pasábamos!
Sus
historietas, algunas verídicas, unotras
no tanto, de plano alegráronme la existencia por aquel verano (interminable).
Desde los cuentos de Juan Bobo y Pedro Animal, hasta el Niño de los Higos, o las
de Lapén y Buquí. Retantas.
Una desas… Narraba aquel (fiel transcríbolo).
Transpórtome:
“En algún
apartado poblado” -empezó diciendo-, “situado al noreste de la capital
dominicana, engoladamente denominado Hato Mayor del Rey” -lugar de donde éste provenía-,
“subsistía un muy peculiar clan familiar, conformado endeble por un anciano
(dable), un mozalbete y un jamelgo (gris).”
(¿Gris?)
“Empero, de
aquel real paraje donde desenvuélvese nuestra historia -reescrita en tantos
escenarios diversos-”, acotose nin
fue plagio, no, “nombrado así desde el siglo XVI, pues fue el mayor y más
fructífero de los hatos ganaderos de aquellos alrededores -tal apotestado por
Su Majestad Cesárea Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico-, poco
quedaba. Y apenas unas pocas viviendas de mampostería ya (lábiles) techadas en
concreto armado, con algún que otro detalle nimio ornamentado, sobrevivíanse a
aquellas glorias viejas.”
Alelaba yo. ¡Ah
vastísimo conocimiento!
“Los padres
del infante Zacarías”, prosiguiose, “-que así se llamaba el niño-, habían
fallecido hacía largo tiempo, y el ahora jovenzuelo en ciernes hacíase grande a salvaguarda de su
abuelo, quien también había enviudado.”
(Oh)
“El lar de
los Porrera”, que así tal se apellidaban, glosose, “erigíase malhecho de
tablones desvencijados y planas de cana curada en el techo. ¡Apenas sosteníale el
Santo Espíritu!”, pifiose.
(Sé)
“Adosado a
él, erguíase un gigantesco flamboyán (antonces
florido) que inundábase siempre la casa con sus vainas, mas que también
cobijábales paternal de cara al agobiante calor destas latitudes, así como de los furibundos huracanes y cíclicas
tormentas tan comunes por aquestos
predios (protegíales)”, ripostaba.
(Ya)
“Aquellos supervivíanse
en una eterna vecindad muy pobre… Hacia la
argallera…”, y bajó los ojos.
Pos.
Aserto,
nuestro interlocutor provenía de los estratos más vulnerables (o bajos) de la
sociedad -fue lustrabotas-, y con gran
esfuerzo había conseguido un empleíto
en el Gobierno con el cual de manera decente y honrada vivía (¡aunque bebía
como un alambique!)…
(Eh)
Ponderable, es
consignado (vox populi) como el Zar de la Historieta. ¡Cuánta prolija imaginación
en autos hablados, perpetrados en
público!
(Oh)
Arquímedes retomaba:
“Sus vecinos, mayormente jornaleros y agricultores, ingeniábanselas para
digerir al menos dos de las tres diarias, entanto
los más afortunados dábanselas de
comer viandas y tajo, en veces. Tal,
y en su gran mayoría, eran gente honrada, y buena”, decía.
(Los hombres -y mujeres- del campo
dominicano caracterízanse por ser dulces, afables y hasta mansos, aun
solitarios o en veces huraños, mas no haraganes, no. Ya, hállanse -y no
jállanse- salvedades)
Pues.
“El tal don
Abstemio, como llamábanle al (inefable) abuelo, tenía un pequeño conuco que
había heredado de sus ancestros, donde día
a día cultivaba hortalizas y hasta víveres, que luego salía a vender, al
lomo de Jeremías, -que así se llamaba el burro / rebuznaba oía-, al mercadito del pueblo, a buen precio”, aseverose.
Ve.
“…Y dizque amarraba (o flojaba) las aguas, a su
antojo, se decía, pa’ no afectar la
cosecha, o en época de sequía…”, dejó caer.
(Oer)
“Nimio -¡Ah
villa angosta!-, el ocio daba espacio al comadreo
y a los chismes, y los dimes y diretes diseminábanse cual maleza, en aras dalgún postor.
En torneos de dominó, y hasta en rezos, y bautizos o velorios, o doquiera hubiese
gente y bureo, aquestos disfrutábanse
a pierna suelta del convivio ajeno. ¡Jodido
vicio!”, conminose aquel.
Unotro trago (timaba)…
Bah.
“(Raudo)
corría julio, y el sopor que desprendíase de los tejados de zinc del extinto Club
de Rodeos -ya farto desvencijado-,
podría nítido asar a una guinea, sin despellejarla siquiera”, excretose. “Mal,
el rumor que algunos (abyectos) esparciéronse fue ingrata -y no gratuita- comidilla ...”
(Cuchicheaban)
Mal.
“Aquella (polvorienta)
callejuela que conducía al Zoco (o Mercado Viejo), trascruzaba justo al
tumulto. Es que no tienen nada en los
sesos, comentáronse. Y, ¡Qué
injusticia, María Santísima!, cacareábase doña Cilantra (con su turbante enliao). Grave, badajeaba Canto Prío.”
Oh.
“Los demás,
secundábanles, juiciosos (no). Tozudo, don Abstemio apenas se inmutaba, o hacíales
caso, siquiera (decían). ¿Qué les pasa,
Abue?, inquiríale confundido Zacarías. No
le hagas caso, mi jijo (hijo). Como
quiera hablan. Y aquel, imperturbable, seguía montado al lomo de
Jeremías, quien gustoso terciaba su preciada carga de tomates (jugosos), lechugas
(repolladas), ajíes, y hasta zanahorias o molondrones (muy óptimos), acoplada
en remilgadas árganas pendiendo a sendos costados, mientras Zacarías caminaba
juicioso a su vera, como un lazarillo fiel.”
(Sólo él)
Arquímedes nin pausaba para respirar. Tanto,
libaba…
“Nela acera de enfrente, doña Atalana, socarroneaba
con sus compinches: Abusador el viejo
ese. Carajo a la vela, oíle rezongaba. Cruenta, Tartalia consentía. Y Anatemia
quemaba como la candelita por lo bajo... Abue,
si quieres, podemos cambiar…, accedía Zacarías. Ya don Abstemio, terco como
una cabra (¿o era como una mula?, bueno…) nin
transigía.”
A par.
“(Real) día
tras día, entreverábase la misma jodienda.
Y farto dio el cubo a la lata, que don Abste decidió chambear de sitio con el niño. ¡Jo!
Agora Zacarías iba al lomo, y aquel
anciano, a su diestra, garbeaba.”
(¿Cuál?)
“Tal, ahí no
quedose el asunto, caballeros…”
Un silencio yacijal abacoronos a todos.
Pos.
Cierto, era
otra época. Y la gente, ingenua (demás) era…
(Eran)
“Naquella tarde pasáronse, como de
costumbre, en dirección al Mercado Viejo, frente al jolgorio sempiterno de la Placita (Pública), explanada situada a
un lado de la iglesita antigua, donde reuníase la crema y nata de los hatomayorenses.”
(¿Fuense?)
“Mas desta vez, el comentario fue otro. El
Taita Enerio apuraba: Hmmm, por eso es
que estamos como estamos…. Hmmmmmmm,
repitiose (como para ser oído)… Así es mi
Compadre, así mismito es…, asintió Siña Matilde: Mamá Terotístate crió uno así, y le salió medio raro, eso dicen…. Si seguimos malcriando a nuestros muchachos
de esa manera, no sabremos a dónde pararemos…. Verídico, cabeceose don Sigilo. Escrito
está, comentose unotro (raro),
con la cara desfigurada por la
viruela creo...”
(¿O no?)
Arquímedes
detuvose apenas para sorber dos gramos
de alguna bebida fermentada (que ofrecienle).
(Pues)
Disfrutaba
(yo) de aquellos diálogos tan coloquiales, recargados de tanta estampa vernácula
(local, campesina). Maestro de maestros (autodidacta). De prosa limpia y…
(Recréome).
Aquel irrumpió
en mi soliloquio, y prosiguiose: “¿Qué
comentan ahora Abue?, requiriole el nieto a don Abstemio. No le hagas caso, mijo (mi hijo),
ripostole aquel, como quiera hablan”.
(Ya)
“Y fue tan
grávido el clamor, don generalizose
que... ¡Infeliz anciano!, proferíase
alguno. O Caray, Pobre viejo,
recriminábase otro. ¡Mozuelo aprovechado!
¡Holgazán!, coreáronse al salto”.
Ozú.
“(La barahúnda que armose…, supe). Abue, y si me bajo, y camino junto a vos, a
lo mejor se sosiegan… No le hagas
caso, sostuvo el abuelo. Ya me tienen
harto (con jota), murmurose don Abstemio.”
(Unjú)
“Asaz, el
rumor y la maledicencia pública crecían. Y aquel joven (Zacarías) mostrábase
conturbado (muy). Abue, mejor me bajo,
por el bien de todos nos abue, porfa…, díjole (conjuraba).”
Todos
impacientábamos (nos).
“Está bien, mijo (mi hijo), está bien, pero no debemos dejarnos llevar
por el que dirán, sabes, la gente nunca está conforme… Y esto dígolo (yo) más
por viejo que por diablo…, sopesado hablose el anciano.”
(No)
Arquímedes
gesticulose (y sorbía).
(Ah)
“Zacarías
entonces bajó del lomo del jamelgo (reaparejaron),
y caminose junto a su abuelo calle arriba.”
“Soplaba un
viento leve que apenas desgreñaba las
copas de las palmas sediciosas que bordeaban el camino -cual si anuncio del
inicio de la época de farras-, y aquella enjundiosa comunidad apertrechábase
jaleosa de cara a los excesos por
venir. Aquel merengue (de campo) lejano oyose…”, (¡tambora, güira y acordeón!) bailoteaba.
Anjá.
Regodeábame en
sus trazos tan vividos (y muy vívidos)…
(Mangulina p’aquí, p’aquí, y un perico ripiao
p’allá)
“Eran fiestas patronales. Consagrábanlas a la
Virgen de las Mercedes, pos. Patrona desta comarca, y de la patria toda
(sabéis)… ¡Hasta toros en ofrenda!”, aseverose.
Eh.
“Y entre
salves y atabales, (avezados)
colocábanse vistosos y encarnados listoncillos de colores, y artilugios (sortilegios)
de papeles en los frentes de sus casas (recoletas), compitiendo (unos y otros)
en originalidad y creativismo (?).
Mas también, y eso puedo asegurarlo yo, en darle
duro a la lengua (¡Recónchale!- a epéntesis del coño tabú)”, enfurfurose.
Sé.
Temía le
diera una sirimba (o yeyo), por lo
que… ¡Qué bah! Metíase en la piel de sus personajes, y como tal actuaba.
A más.
“Casi noche ya
-elucubré-, don Abstemio y su nieto, caminaban (quebrando corozos), lado a lado a Jeremías, rumbo al pueblo, bordeando
en zig- zag el río. El Maguá le nombraban.
Impetuoso en los meses pluviales de
mayo y junio, agora más reposado, tan
no menos caudaloso y febril”, Arquímedes reseñose.
(Hallé)
“Aquel
encorvado puente sobre la ría -construido en los años del Gobernador gringo Knapp-, hecho en cemento vaciado
y madera, mostrábase hoy abandonado y baldío. No obstante, aún trenzaba a los
viandantes, que era lo que importaba (supuse).”
Eso suponía.
(Aquí discúlpome por retrancar a Arquímedes,
pero apenas quería aclarar que durante la intervención norteamericana de 1916-1924,
no todo fue aversión y lucha. Aquellos -mal que bien, y disponiendo de todo el
dinero que el erario público acumulaba de las instituciones recaudatorias, y a
través de las cuales cobraban sus acreencias- unificaron todo el país a través
de un inédito y eficiente sistema de carreteras, puentes, caminos, escuelas,
etc., ya conformose la denominada Guardia Nacional, con todo y pertrechos. Asimismo,
organizose la tenencia de tierras -antes comuneras- mediante un novedoso
mecanismo de registro de títulos -nombrado Torrens-, aun empleáronse el
desalojo violento para expropiarse y construir sus factorías de azúcar, excediéndose
en el este donde prácticamente la Central Romana Corporation adueñose de la
región...)
Je,je, bueno, hasta yo excedime, jo.
Confín.
Sin darnos cuenta, una enorme algarada (cautiva) habíase agolpado alrededor
nuestro para digerir al figurante…
Aun nadie
interrumpiose (solazaba yo).
“Y al cruzar
junto al Local (de abastos y demás tiliches) del Turco”, continuó narrando
aquel, cada vez más excitado (ya ávidos todos), “aquella cáfila -o sarta de tígueres,
proferime- armose gran sorna (dienle cuerda pos): Que apretaos (osanse a dir / ir), con un burro al lado y éstos
(zánganos) a pies, comentó uno. O arguno
(alguno) arengaba: Ya ni sé cuál es
más bruto, si los dueños o la bestia (zotes), ¡qué caco!”. Arquímedes
resoplose.
Ejem.
(¡San
Francisco -de Asís-, aplácales!, decíame)
“Oye Abue, todavía critican, ufffff, nunca estanse
satisfechos…”, externose contrariado Zacarías a don Abstemio. Así es mi jijo (hijo), te decía…,
asentía el abuelo. ¡Son insaciables!”.
(Pues)
Empezaba a
exasperarme (inoculaba…).
Bah.
“Y días, y
días (y noches) pasanse, y el rumor,
y las mofas, y las burlas, non pararon.
Aquel duo hastiábase (ya), en veces (digo). Bueno…”, titubeose.
¿Y qué pasó entonces?, atinó un chusco.
Pos.
Vivo aquel, a más extenso (más tenso, y
re-denso), por ende, más alcohol…
¡Oh
estratagema!
(Unotro trago).
Arquímedes zancajeaba: “En las clases Zacarías era
el centro del relajo. Y los motes y diatribas, mal frecuentes, tendíanle veraz
en ascuas. Es que no se puede ser tan
menso..., (aún) esgrimiéronse.”
(Osé)
“Don Abstemio
airose (tanto), que zumbaba. Y lanzábase improperios a dos manos, trascontábanme (dizque).”
¿Qué?
“Incordiado, Zacarías suplicole: Creo debemos variar de trote y montarnos los
dos (a un tiempo) sobre Jeremías, a ver si así dejan de importunarnos…”.
(¿Nos?)
“Está bien mi hijo, pero recuerda siempre: como quiera hablan. Es el ocio lo que
los tiene dañados…, a duras penas respondiole don Abstemio.”
Ta.
Tamaño relato,
pos. Exaspereme.
(Eh)
“Ese mediodía
-reanudaba-, tras un opíparo almuerzo en la Fonda
de Doña Clara (la gacha), con
mucha molla (doble) y gallina,
reemprendiéronse la ruta acostumbrada hacia el Mercado Viejo, donde habrían de deshacerse
(como siempre) de los productos cultivados, y así feliz obtener el ansiado
diario sustento.”
(Sol / nubes
/ sol)
“El sol
apenas picaba. Presagiábanse chubascos dispersos, y la (leve) jarina acaso
comenzaba a aplacar el polvo levantisco del camino.”
Oh.
“Había
demasiada gente (y palique demás se
hablaba) frente a la Mansión del Gobernador. Vendría alguna comisión de la
Capital, dizque para verificar ya ni sé ni qué cosa querían o auscultáronse demás. De todas formas,
había que justificar el sueldillo...”, Arquímedes devanose.
En vez.
“Don Abstemio
y Zacarías (tal cual habíanlo acordado), montáronse ambos al lomo del (ya)
anonadado jamelgo que, y si bien es cierto, lidiose con aguzada destreza la
desacostumbrada y encima pesada carga”, tuntuneaba aquel.
La
concurrencia se hizo aún más larga (desbordaba a la acera)…
Ah.
Arquímedes de
pláceme (engolaba la voz). E increpaba: “Tanto, don Abstemio como el niño
lucían felices. Finalmente acababan las burlas y los desquiebros, y podrían
transitar por las calles de su aduar (idolatrado)
sin mayores andanadas. Repensanse.”
Bien.
“¡Craso fallo!
Allén, y a la vuelta de la cuadra, un
grupo de (vagos) parroquianos repitiose mal jifero
el experticio. (Bisbiseos), los decires
fueron creciendo, y creciendo, y creciendo, como aquel Maguá indomable en
temporada de torrencias”, execrose.
Sé.
Descorcháronse
vi otra garrafa (de Alevía).
Ah.
“¿¡Cómo
es posible!?”, prosiguiose el Zar, “exclamose alguno, retirándose las
lentillas del rostro, frunciendo grumoso el entrecejo: ¡Esto es un abuso vil e imperdonable! ¡Pobre asno! La multitud asintiose, y
colegía.”
¿Más?
“Fatuo, aquel
Concejal (obeso) por lo bajo comentaba: ¡Son
unos salvajes, que Dios se apiade! (palabrota antigua)”
Enrojecime (yo).
“Y como la
gatica de María Ramos (aquella que lanzaba la piedra, y escondía la mano), su
vecina Eulolia añadiose: Esa gente es
medio rara…. A veces oigo ruidos extraños en esa casa, jum, regoso a…
Así mismito é, Comadre, yo también los he oído. Dicen que el pai era
medio atronao, y que la mama bebía hasta por los sobacos, asegurose
Bartolo, el del Cobertizo Timbo”, sonsacaba Arquímedes.
Pues.
“Ay, si la Sociedad Amiga de los Animales -pioneros
éstos- se entera de semejante barbaridad,
se las van a ver refeas… Y que no se crean que el pariente que tienen en el
Gobierno les va a venir a meter la mano, esa gente, después que suben, bueeeno…”,
largo y tendido parafraseose hosco (otro).
Ah.
Após un buche (más) de aguardiente, -agora casi totalmente bebido, ya-, aqueste retozaba con las palabras (y la
gente): “¿Abue, y ahora que comentan
Abue?”, inquiriole Zacarías a su abuelo.
“Te lo dije Zaca, son enfermos, ¡y su enfermedad es de la lengua, jones! Es un
vicio mortal. ¡Hasta cuándo! ¡Hasta cuándo! ¡Hasta cuándo!, marrose don
Abstemio.”
Oh.
“Cruel, el run-run persistía”, reincidíase el Zar. “Y
cundió prácticamente en casi en todo el lugar, y comunidades allende vecinas, y
hasta más allá (dicen).”
(Ven)
“Y
llegó a oídos desa gente (muy
avezados ellos) que dizque protege a los
animales, y hasta enviáronle una notificación por escrito, por semejante maltrato”, y hacía como si
leyese (bajo sus gafas).
“Don Abstemio
estaba que enloquecía”,
Uf, uf, uf.
“Y a Zacarías,
expulsáronle del Liceo -tras tanto zafarrancho- aduciendo inconducta impropia, ya adrede acusáronle de alteración del orden.”
Arquímedes
altisonaba (creo exagerose).
Osé.
“Entonces, los
amigos se alejaron. Y fasta cruzaban
a la acera contraria cuando alcanzaban a divisarles, a lo lejos...”
(Cabizbajo,
dizque), quise arrebatarle la botella, tan…
“Al filo del
mes, aquel par cayó en una depresión inexplicable. O más bien, explicable. Y
casi ni comían. O dormían. (Jeremías respingaba).”
Bah.
(Arquímedes
se las ingeniaba para…)
“So aquel nefando 24 de septiembre, a la
luz y el estruendo de aquella pirotecnia festiva que repajilaba a la multitud no sobria (apilada en la Plazuela Pública), ocurriose el
desaguisado”, consternaba parecía.
(Mal)
“Coincidente,
a aquel puente nombrábanle como tal, el Pontón de los Desesperados…”
Pos.
“¡Y vaya que
si estaban desesperados aquellos!”, sentenciose.
Sé.
(Reinose un
silencio total)
Ya, al climax
de su histrionismo… “Al pie de la barandilla (endeble) apostáronse los tres: el
burro, el abuelo y Zacarías. Y por vez postrera, observáronse aquel cielo
apenas resquebrajado por las luces de artificio de las fiestas...”
Miró arriba
(luego abajo).
Oh.
“Y los tres a
un mismo tiempo, ¡se jondearon! (dijén). La corriente desaforada del Maguá,
en celo, tragóselos a un tris, sin mayores resquemores.”
Uhhhhh,
exclamamos (nos).
El licor ya
hacía estragos en aquel: Arquímedes bamboleaba.
(Tal)
Aún
(anochecíase ya) aguaitáronse el
desenlace.
¿Eh?
“Al día
siguiente, encontraron los cadáveres (muy) yertos de los tres.”
Ohhhhh
generalizado.
“Lucían felices, vertió uno. O unotros, atreviense: Y tan buenos que
eran. ¡Tan laboriosos! ¡Qué pérdida tan irreparable!” (sí), sollozose algunotra (gemiqueando)”, so fingía que gemiqueaba aquel.
Fiel.
“Al
multitudinario entierro asistiose todo Hato Mayor del Rey. En pleno. Y hasta
doña Cilantra (con su turbante enliao),
y Canto Prío. Y doña Atalania, y Tartalia, y luego Anatemia. Y Siña Matilde. Y
Mamá Terotístate. Y claro, el Señor Gobernador.”
(Horror)
“Y hasta el
Honorable Concejal, el cual díjose un grandiefusivo discurso, pavoroso.”
Oh.
Arquímedes
agitaba (batía) sus manos…
(Dos)
“Más luego fablose Eulolia. Y la Comadreja (aquella), quien recitose unas coplas (tan cursis, y redichas),
alusivas.”
(Talalá, talalá, talalá)
La...
“La multitud,
aún en resaca, lucía de golpe y rasca compungida.”
“Conmocionados
todos.”
(Interjecciones
varias).
“Nunca nesta comarca expeliose tanto dolor y
pena, arengose alguno, desmemoriado (digo yo)”, y entretejía.
Ah.
Toque de
queda (pautose)…
Sé.
“Tras el
fugaz recorrido, aquel jamelgo, ya don
Abstemio (vapuleado demás), y el mentado Zacarías, arribáronse gozosos al
cielo.”
¡Oh!! (exclamose
el auditorio).
“Por fin, sus
penas y suplicios acababan.”
(¿Real?)
“Así, y al
final de aquellas refulgentes escaleras (muy aureas), espetadas por querubines
alados” -y hacía como si subía- “…sobre tufos blanquiazules, bazuqueaba Simón Pedro (y su comitiva), requirientes.”
Es.
Arquímedes
explayó.
“(Jubiloso) aquel, aprestose a recibirles, con
pancartas (y más loas), contimás bambollas e hitos celestiales”, saludaba
(ah afán).
Tan.
“(Ya), al arquearles (!), de inmediato refrendoles:
Anjá, conque ustedes fueron los que
tergiversando el sagrado Libro de la Vida, atentaron contra sus propias
existencias, y estragaron lo que ya estaba escrito. Ustedes no pueden entrar
aquí, definitivamente no. Ustedes no entran aquí. ¡No y no!. ¡Sois unos
depravados! ¡Sois unos… Y estampose aquel acceso denegado”, enojado a más.
(Más)
“Aquellos
tres se miraron, y al unísono estallaron en una estrepitosa carcajada que retumbose hasta el mismísimo Tártaro (infería
yo)”, bufeose el Zar.
¿Cuál?, desbarraba yo.
“Bueno, y
cierto, allí fue donde y al cabo del tortuoso viaje enviáronles”, hacia abajo
señalaba (doblando el bembe).
Ve.
“Belcebú -en traje azulgris, y sin corbata,
con zapatones muy anchos, y pelo coloreado
de azabache, a más vírgula campechana…-,
(sin mirarles a los ojos) recibioles aguzando su estilógrafo (¿o era tridente?),
al tiempo que pronunciábase (eufónico): Más
sé yo por viejo que por diablo”.
Oh.
Resultábame
conocido…
Carcajadas.
Más.
“Cuan prosaico agregose: Tal, ¡como
quiera hablan!”.
“Aquel lugar
era un hervidero”, (y otro trago) (hic, hic).
Ji.
“Tanto
cuentan, que mientras se cocían (el abuelo, Zacarías y Jeremías), se reían, y
reían, y reíanse, a granel, se reían (¿Alferezía, sería?)…”
Ele ía.
Todos reían
(menos el Zar).
“Ah compatriotas nuestros (uf, uf),
apenas aduciose aquel, de fisga y cachos”. Arquímedes mofaba.
(Ideal)
Los aplausos
retumbaron hasta el atrio de la Catedral. Fasta
el Arzobispo quejose.
Sé.
¡Qué
personaje!, reverencielo.
Lo.
(A
Arquímedes, no al Arzobispo. Órale, también
al Arzobispo…
Pos.
Luego entereme que aquel falleciose de cirrosis hepática.
¡Muy triste!
(Arquímedes, perspicuo, no el Arzobispo)
So,
ajusteme una copa en su memoria…
(¿A la memoria del Arzobispo? ¡No!, ¡de
Arquímedes!)
El muerto al hoyo y el vivo al bollo...
(¿El Arzobispo al hoyo?, ¡no! ¿O al
bollo? ¡Tampoco! ¡Arquímedes al hoyo!)
Bueno, al fin y al cabo los dos
acabaron en el hoyo, o...
Dejémoslo así... (¡Qué tollo! Quedeme
con el bollo y...)
¡Ya!
A ciencia obvia, los años de Vásquez
(Horacio) resultaron promisorios para mi agora
bollante almacén, por lo que híceme de algunos bienes raíces (la
plusvalía, ajá). Los ahorros en el banco producían dividendos, pero el dinero
líquido se devaluaba, ligero (notaba).
Asomaba la
Gran Depresión (económica) mundial del 29.
(A propósito,
recuerdo para la época la firma de aquel histórico acuerdo con Borno para fijar
los límites de frontera que…)
A pesar de mi
(aparente) perenne juventud que rebosaba, la edad (y los pesares) pesanse más…
Tanto, era
tiempo de escabullirme a nuevo. Ah
escozor de neuronas, o de suelas... Desvariaba.
Mastuerzo yo.
(Penseme ir a
San Pedro-la Sultana del Este-, ya
los colonos penaban, cascados, a epílogo de la Danza de los Millones, y...)
Ansí, armé mi bollo y redirigime al oeste cerquita: la benemérita provincia de San Cristóbal.
Al paso
que iba…