Al concluir las hostilidades de la Guerra del Rosellón (o
como tal, de Los Pirineos) en 1795 -finalmente suscribiose un armisticio de paz
entre Francia y España en la ciudad suiza de Basilea-, la totalidad de la isla
de la Hispaniola pasó a formar parte de la república galesa.
Entonces era Saint Domingue (uf).
Tediosa
(odiosa) era fue.
Más…
Yo, apenas “Bonjour, bonjour, Monsieur”, aprendime.
Cierto, érame patoso con los idiomas,
y nunca…
(Ayer español nací / a la tarde fui inglés /
en la noche etíope fui / Hoy dicen que soy francés / No sé que será de mí…,
o algo así, oí se decía)
Tanto, la
vida proseguía.
(1801)
Fiel, y con
los denarios (bastante) que conseguí de la venta de mi vasta hacienda en el Higüey,
monté un surtido negocio de venta de mercaderías y artículos comestibles no
perecederos, en la calle de las Atarazanas Reales de la Zona Colonial, oficio
que ocupó todo mi tiempo útil (plausible entonces) detrás de un mostrador.
(Montesquieu sostenía que el calor afecta el
coraje, relaja el cuerpo y el espíritu, e induce a la sexualidad, la flojera y
la modorra, lo que conlleva al natural destas tierras a...)
Oíanse nuevas
de revueltas de esclavos en el lado oeste de la isla -comandados por un tal Toussaint
(Louverture)-, y reinaba un ambiente tenso en Santo Domingo.
Al final, los
rumores fuéronse ciertos. Y após
burdas escaramuzas con las tropas coloniales francesas, el nombrado Toussaint alzose con el santo y la limosna: tomose
la ciudad. (Aun Juan Barón -tal- y un
grupúsculo enfrentósele sin éxito o...)
Empero, por
breve lapso. Y al mando del general (napoleónico sí) Kerversau, los franceses rescatáronse
la plaza: Toussaint es enviado esposado (en barco) a Europa. ¡Bon voyage!, pifiáronse.
Gustaba de la
incidencia, ya…
(A bailar el carabiné, a bailar con la punta
el pie)
Al iniciar el
año de 1804, Desallines -lugarteniente de Toussaint- proclama la independencia dese lado de la isla: nace la República
de Haití (siendo mayormente diezmados los galeses por la fiebre amarilla,
entereme). A ultramar, la Revolución
Francesa afloraba en sus primeros sarmientos.
Y en
intempestivo arrebato -aquel por el
sur, y Cristophe por el norte-, invaden este
lado. Ya, Ferrand les derrota.
Tristemente
célebre, y a su paso por Santiago, los haitianos ensáñanse acre contra la población: los
cadáveres llenaban las calles de la ciudad, niños y mujeres, acribillados a
tiros... Y los pocos sobrevivientes preguntábanse, aterrados, a dónde irían...
(Lamenté la apresurada salida hacia Cuba
-con todo y familia- del dilecto historiador y amigo don Antonio del Monte y
Tejada, agobiado por...)
Aquella tanta
inestabilidad (y refriegas) no era buena para mi incipiente negocio, por lo que
tuve que ingeniármelas para subsistir, e intenté hacer contactos (arriba) con
la Gobernación, a ver si… (desconfiábanse, innegable). Aún no lograba
deshacerme del acento ya…
Hastiados del
dominio foráneo, sublevámosnos.
Aquella tarde
(memorable) en que nos reunimos (criollos todos) en la casa de don Juan Sánchez
Ramírez, gestose el movimiento de la reconquista.
(1808)
Armados hasta
las narices -y con el apoyo expreso de la Gran Bretaña en pertrechos y
logística-, batímosnos en la batalla de Palo Hincado, saliendo airosos (capitulanse aquellos).
Yo apenas,
con un leve rasguño en un dedo (tropeceme). Siempre mantúveme en la retaguardia,
cuidando el trasero, por si… Celebramos hasta el día siguiente (con licor de
coto) la sonada victoria.
Entonces, el lado este volvía a España.
(Aun fue en
1814 cuan oficializose mediante el
Tratado de París, al Francia devolver a Su Majestad Católica la…)
Mas a una
España boba (ni caso hicién).
Doce años
(perdidos) con escasa o casi nula intervención de la metrópolis en los asuntos
de gobierno, y demás.
(¡Era oro!, exclamose el loro…)
Tanto, los
fondos para pagar a los empleados públicos nunca llegaban. La economía estaba
estancada. Nada movíase.
Y por
supuesto en mi almacén, tampoco. Nada (ni moscas).
Estuve a
punto de ir a la quiebra…
Si no hubiese
sido por una caldosa herencia que
(inesperadamente) recibí de una extinta sobrina -doña Casiodora del Alba y
Siglos, a quien talvez conocí, mas que nunca casose (jamoneaba ya)-, hasta hambre habría pasado. Os juro.
Demás, la
situación general tornose inoperante.
Y las
protestas soterradas no se hicieron esperar, hasta brotar ingentes como un
volcán de lava (revolucionaria). Panfletario, oh.
Los
patriotas, al mando de don José Nuñez de Cáceres, rebeláronse contra el yugo
infando que aprisionábales, so declaráronse
la independencia: instalose el Estado
Independiente del Haití Español.
(Supe, utilizáronse el adjetivo de
dominicano -por vez primera- en su prontuario constitutivo...)
¡Jolín!, América
entera se levantaba: Bolívar, Sucre, Artigas, Hidalgo, San Martín, Morazán, O'Higgins,...
(Lapidario)
efímero duró el ensayo por acá: apenas dos meses, y siete (misérrimos) días...
(Ya 1822)
Los haitianos,
al mando de su general Boyer, invaden esta
parte, izando el pabellón rojiazul –sin el flanco blanco francés- en todas
las fortalezas y dependencias oficiales. ¡Demontres! Memoro, cerrose la
Universidad de Santo Domingo, ya que reclutáronse a todos los jóvenes entre
dieciséis y veintiséis años en la milicia (no hubo quorum). Por supuesto,
aboliéronse la esclavitud (de manera oficial), y após organizáronse la tenencia de tierras.
(De mi memoria exhumo a don Pedro Valera,
Arzobispo Primado de las Indias, y quien negose rotundo a sacralizar la Palma
de la Libertad plantada en la Plaza de Armas por los usurpadores)
Cábeme
destacar que fue justo por aquella época –si bien recuerdo, 1825- cuando
Francia finalmente acepta a su ex-colonia como ente jurídico libre y soberano en
su bagaje exterior, ya previo exigiéndole un oneroso e impagable pago por daños
y perjuicios ocasionados por la masacre
de blancos y el despojo ilegal...
(Entanto, en el treinta (contanme), que un Comisionado Especial
–Felipe Fdez. d Castro– arribose a Puerto Príncipe, dizque reclamando a Haití
la devolución de la parte española, jo) (¡Cosas
veredes!)
Tal,
impusiéronse un gravoso impuesto que encabritome (to).
A todos.
¡Odioso
tributo!
Por lo bajo,
el descontento, y las ansias de libertad, proliferaban.
Hasta pensé en
huir a Cuba.
Mas, reinsistía.
Tanto (hosco) centreme en mi negocio. So,
nin jaraneaba. O de parrandas me diba (exageraba). Obcecado, al fragor de
una tardía (y aislada) Revolución
Industrial que…
Empero, y de
cuando en cuando, sacaba tiempo para reunirme con algunos amiguetes que recién conocía, y los cuales (de manera furtiva)
complotábanse contra el dominio haitiano -conchabando, y repartiendo volantes separatistas-, catalizando el
descontento y el sentimiento emancipador reinantes entre los nuestros.
Fue entonces,
cuan conocime al celebérrimo patricio
Juan Pablo Duarte. Otrora, ni tan eximio (pos)…
Tras su
arribo de los Estados Unidos y el Viejo Continente (España, Inglaterra y
Francia) -y con un catalfal de ideas libertarias y progresistas en la cabeza-,
aquel se aboca a las labores comerciales, donde veíale siempre arrumando y
contabilizando artículos de marinería y unotros
efectos ferreteros, en el local familiar contiguo al mío.
Arráez de
doctrinas lúcidas y firmes, deslumbrome con su sabia locuacidad (ideario) y
oratoria.
Así, el 16 de
julio de 1838, y junto a un grupo de correligionarios, funda la organización
secreta La Trinitaria, cuyo objetivo
angular era “implantar una república libre, soberana e independiente de toda
dominación extranjera, y que denominaríase República Dominicana”, recuerdo
decía. Luego más tarde también fórjaríase a La
Filantrópica, basamentando su proselitismo en las tablas.
Desgraciadamente,
yo no disponía de mucho tiempo para
aquellos afanes autonomistas, tanto siempre seguía de cerca el proceso,
cooperando a menudo en metálico con
la causa.
El gobierno
del general Boyer, -a la sazón amo y señor de toda la isla de La Hispaniola-,
otrora liberal y reformista, habíase desgastado y a tal punto, que comenzó a
tener problemas internos.
(Las bayonetas y las espadas de una
soldadesca tiránica -incluso, para el mismo negro- habían reemplazado al látigo
que habíales...)
Aprovechando
esta coyuntura, los revolucionarios, encabezados por Duarte, gestaron el
movimiento separatista que daría al traste con la opresión vecina de más de dos
décadas. Discurseaba alguna vez Juan Pablo (oíle): “Nuestra patria ha de ser
libre e independiente de toda -y repetía de toda- potencia extranjera ¡o se
hunde la isla!”. Mal, de plano exiliáronle en Curazao.
Aún recuerdo
cuando vendiéronlo todo (a mi vera) en aras de la causa de la patria. Doloroso.
Sin embargo,
y aquel ufano 27 de febrero de 1844, con la ausencia (forzada) del patricio,
los revolucionarios -incluyéndose a quien relata, en bajo vuelo-, encabezados
por Sánchez y Mella (a quienes también conocime), proclaman la República. Y “¡Dios,
Patria y Libertad!” coréanse los
conjurados frente a la Puerta del Conde (de Peñalva) aquella noche.
Se cumplía
finalmente el sueño de Duarte, quien regresa de inmediato al suelo propio.
Claro, allén estábamos todos. A la Puerta de
San Diego, recibiéndole con loas…
(Núbil)
aquella felicidad duró menos que una vela
en un vendaval, tal cual decíase entonces. Y una llamada Junta Central Gubernativa, ahora conformada
y dirigida por los sectores más recalcitrantes y retrógradas de la recién
nacida nación, traicionaba el ideal de los trinitarios y se alineaba al redil (vil,
si se puede afirmar) de los anexionistas.
“Es que sólos
no podemos enfrentar a los haitianos…”, arguíase entonces.
Rabiaba yo.
Y a punto
estuve de enrolarme al movimiento emancipador (de lleno).
Mas la Azoraida
me retuvo: “Hazte el loco y tírate al río (fondo),
que va a arrastrarte la corriente”, me decía.
Yo, ni corto
ni perezoso, caía tendido en su regazo (ya amodorrado, a más).
Al final,
casé con tan maja moza.
Lábil, por muy
poco tiempo.
Aquella murió
de un mal extraño, (telúrico) arrancándola
de mi lado en un suspiro. ¡Azarosa vida la mía! (que en clave de soledad se…).
Desconsolado (a
rodar), refúgieme en el alcohol (so pretexto). Y no fue una ni dos las veces en
que enfrenteme con la guardia (bravía)
por tan pánfila cogorza. Apenas, aquel cadalso (ineludible) aliviome vil tara.
De ras, al abandonar aqueste recinto carcelario, la Nona
(Lluberes) -prometida eterna de Juan
Pablo y camarada de lides- contome (jipiando) que aquel y los demás (patriotas)
habían sido enviados de manera abrupta
al exilio.
(...para lo cual os conminamos a Excomunión
Mayor por..., bramaba el Arzobispo Portes desde el púlpito cuan...)
Entonces,
Santana devolvíase el suelo patrio ¡a la Madre España! (Inédito trance) Con
encono -supe- que Duarte exclamó al partir (triste y apesadumbrado) hacia
Venezuela: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos
y verdaderos dominicanos ¡seremos siempre víctimas de sus maquinaciones!”.
(Condenado
ya, salvose de chepa...)
“Pero Dios ha
de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi
patria independiente y triunfante”, escribió alguna vez el ya apaleado patricio
a un amigo común, cuan deambulaba (errose) por la jungla amazónica.
Y así fue.
Finalmente, las huestes revolucionarias -al mando del General Luperón, del cual
ya hablaremos- derrotan a la ignominia
del anexionismo, y restáuranse la República.
Duarte volvió
(feliz) a su amada oriundez,
alozanada. Je, je, creían venía a erigirse en cabeza de… (ah ilusos,
desconocían).
Tanto, y de
manera atropellada, le mandan de
Cónsul ¡en Venezuela, y Nueva Granada! (afuerianle,
en pocas voces…)
Ya, los
viáticos ni dábanle para los medicamentos, uf.
(¿Vaticinio?,
no), a fines de julio de 1876, recibimos la infausta noticia de su triste
fallecimiento en Caracas, a los sesenta y tantos años, sumido en la más absoluta
pobreza (farto entereme).
Como usual,
siempre…
¡Oh San
Esteban Mártir!
Tal, y aún
resuenan en mí sempiternas sus gloriosas palabras lanzadas (al viento) nuna tarde desas… “Por desesperada que sea la causa de la patria, siempre será
la causa del honor, y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi
sangre”. Antológico.
Historia
patria.
Tanto, ¿cuándo
conocime a Francisco, el de Olaya?
C.V.
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