jueves, 10 de febrero de 2011


La Pluma Vertical 

(Publicado parcialmente en el Listín Diario, 16 de abril, 2006, bajo el título "Abelardo Vicioso, al filo de la Era", luego adaptado por mí para Epílogo novela de mi padre "Las Memorias del Teniente Veneno, 2008)


Corría el año de 1930, y mi abuela Leonor daba a luz a mi padre Abelardo. Mi abuelo Sergio aun no salía de su asombro. 

Aquel 27 de abril en que arribaron al mundo la mitad de mis genes, la entonces bucólica villa de Santo Domingo lucía impertérrita. Apenas oíase a lo lejos algún pregón (lego) que trashumaba, ronco. 

La diligente comadrona ya habíase marchado, y en el humilde lar de los Vicioso y González respirábase una atmósfera de júbilo inenarrable. Era el primogénito!, al unísono exclamáronse. 

Tal, y a escasos meses de su abrupto nacimiento, nuestro país es azotado por el poderoso ciclón de San Zenón, que prácticamente reduce a ruinas a la vieja ciudad y alrededores, y el pequeño Abelardo sobrevive apenas, gracias al coraje y destrezas de la madre al evitar que una viga partiérale en dos. 

Desde entonces, su vida discurriose entre altas, y bajos, y sobresaltos, que marcaron su biobibliográfico azar. 

Más luego, el joven matrimonio tambien procrearía a Vinicio, a Leonor Esther (Nona), a Ligia, y a Maritza. Transcurríanse los primeros años de aquella oprobiosa era en que Trujillo convirtiose en virtual amo y señor de la República, y mi escueto padre desarrollábase en sus entrañas. 

Así, las primeras letras apréndelas en el hogar, como era a usanza.  Más luego, envíanle al entonces renombrado Colegio Santo Tomás, donde destaca siempre por su aguzada inteligencia y carácter. 

Ya en las apacibles tardes, veíasele jugar en los callejones, y plazoletas de la Zona Colonial, y en Ciudad Nueva, donde cultiva grandes amigos, muchos de los cuales perdúranse hasta la adultez, y más. 

Leía hasta por los codos, y siempre observábasele entre viejos volúmenes y enciclopedias apiladas en la vetusta biblioteca de la antigua Universidad. 

Desde muy joven aprende a escribir a máquina, y es precisamente en este entonces novedoso artefacto donde plasma sus primeros poemas. 

Ya más tarde, y en 1948, publica sus nóveles composiciones en el renombrado diario El Caribe. Por esos días, conoce a Clelia, hermosa joven a la que dedícale toda su pasion de juventud. 

A la sazón, mi abuelo Sergio es nombrado en Haití, y luego es trasladado a México, y mi progenitor acompaña a la familia en aquel periplo. 

Mas presto regresa al país, y se integra a los grupos que entonces luchaban contra la dictadura. En esas lides conoce a los poetas Rafael Valera Benítez y a Víctor Villegas, quienes y junto a otros más, conformarían más tarde la llamada Generación (literaria) del 48. 

En 1953 se inviste de Doctor en Derecho en la otrora Universidad de Santo Domingo. Mientras tanto, la situación interna tórnase irrespirable, y recién graduado, opta por un cargo diplomático en el Gobierno dominicano. Tal, y de manera sorpresiva, Trujillo nómbrale militar, con el rango de Segundo Teniente! 

Posteriormente es nombrado Fiscal Militar, y luego dirige la revista de dicha institución castrense, al tiempo que imparte docencia en la Academia.

Tanto el bizarro adiestramiento posterior, desencadénale una enfermedad de índole degenerativa y odiosa - espondiloartritis anquilosante - que poseía latente, y que jorobante acompanaríale hasta el final de sus días, como una cruz. 

En ese mismo año publica su primer libro, “La Lumbre Sacudida”, Premio Nacional de Poesía. 

Entre tanto, y a pesar de su delicada condición de militar al servicio del régimen, mantiene contactos con sectores adversantes a Trujillo, lo que levanta las sospechas de los macabros organismos de seguridad del Estado, quienes empiezan a requerirle. Y a sugerencia de los complotantes, decide marchar al extranjero. Empresa nada fácil para los tiempos que corrían, por lo que mi abuelo Sergio, con importantes contactos en Relaciones Exteriores, subrepticiamente consigue que le nombren como vice-cónsul en Curazao. De inmediato, aquel abandona el país. Trujillo, enfurecido, entérase tarde. Y cuentan, que hasta batiose su puño con fuerza contra su escritorio, y lanzose un estruendoso sanantonio (C....). 

Las represalias en el país no se hicieron esperar. Presto, intentan envenenar a mi abuelo, quien se restablecía de una grave dolencia en el Hospital Padre Billini. Las religiosas, que fungían como norsas, detectaron al vuelo la macabra trapisonda. Entonces Trujillo manda a buscar a mi tío Vinicio, piloto de la Fuerza Aérea - y egresado de la prestigiosa academia norteamericana de Lackland, Texas - para que fuera a la isla ex-colonia holandesa a traerle. Mas alertado del ulterior propósito del tirano de eliminarles, aquel decide también permanecer en esa. 

Luego, ambos se trasladan a Cuba, donde se les hace prisioneros, al propagar el tirano el rumor de que “eran militares espías a su servicio”. Tras un año de cautiverio, el gobierno de Fidel Castro les deja en libertad al comprobar que en efecto eran desafectos a Trujillo. 

Entre tanto, aquí en el país, la familia es retenida en la Base Aérea de San Isidro como rehén, y es sumida en el terror, y la tortura psicológica. 

En la vecina isla, y junto a otros exiliados, como los hermanos Docoudray y Quírico Valdez, fundan el Partido Socialista Popular. Entre tanto, mi tío Vinicio, y tras dejar en su amada patria a mi tía Mimí, su esposa, embarazada, y con mi primita Perla pequeña, devastado a más, se suicida. La familia reacciona destrozada. Desde entonces mi abuelo nunca fue el mismo. 

Mi padre Abelardo regresa solo al país, tras la caída de la tiranía, y cuando el Presidente Bosch le abre las puertas a los exiliados. Al caer Bosch por traición de los militares asociados a sectores retardatarios, mi padre se enrola en los grupos que pretenden restablecer su gobierno democrático. 

En 1964, contrae nupcias con mi madre, Altagracia Solano, hija única de una familia terrateniente del Cibao. 

En 1965 estalla la llamada Revolución de Abril, y mi padre, junto a toda la familia, se integra al movimiento, conformando el Comando de Los Lobos, en la calle Arzobispo Meriño. A los pocos días, y a fin de contener el avance de las fuerzas constitucionalistas lideradas por el Coronel Francisco Caamaño, la República Dominicana es invadida por 42,000 marines norteamericanos! La respuesta del pueblo es feroz, pero la superioridad y maquinaria de los invasores es aplastante. Por aquellos días mi padre escribe su poema a la patria mancillada, “Canto a Santo Domingo Vertical”, el cual pronto conviértese en himno de rebeldía de los patriotas. 

Tras el cese de las hostilidades, y sin un evidente vencedor, los norteamericanos abandonan el país, dejando las bases para la contención del ideal revolucionario. Para entonces, nazco yo. Casi simultáneamente, mi padre es designado profesor en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Luego sería electo Director de su Departamento de Letras, Vice-decano, y luego Decano, por dos períodos consecutivos. Tres años más tarde, nace mi hermana Cynthia. 

Hacia 1966, y en unas elecciones harto cuestionadas, llega al poder el Dr. Joaquín Balaguer quien, y en doce tortuosos años, prácticamente desarticula el movimiento emancipador existente. Mi padre fue uno de sus más vehementes opositores. Y con denodado coraje y valentía, sufre - junto a la familia - persecución, cárcel, y destierro. 

Entonces, la lucha contra el gobierno céntrase en la Universidad. Alguna vez contome que a sus pies cayó muerta la heroína universitaria Sagrario Díaz, en brutal escaramuza con las fuerzas represoras de entonces. 

En 1974, funda el Comité Dominicano Amigos de Cuba, - junto a otras personalidades del quehacer socio-político nacional, entre ellas, el célebre Profesor Juan Bosch, y de quien fuera también su Asistente Personal -, a fin de impulsar las relaciones de toda índole con la hermana isla, y luego, en 1985, es nombrado su Presidente. Recorrió el mundo como invitado a diversos foros y eventos de carácter tanto literarios como políticos, donde siempre llevaba la voz cantante en la defensa de las libertades y el bienestar de su pueblo amado. 

En 1979 publica su libro “Santo Domingo en las Letras Coloniales”, Premio Nacional de Historia José Gabriel García. 

En 1982, ingresa al Partido de la Liberación Dominicana, como miembro de su Comité Central, al fusionarse el Partido Socialista Popular con dicha organización. Allí es Director de su revista Política, Teoría y Acción, y escribe en Vanguardia del Pueblo, órgano de difusión política y propagandística de dicho partido. 

En 1983, publica su libro “El Freno Hatero en la Literatura Dominicana”, mención honorifica del Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña. En 1990 pone en circulación su libro “Cien Poemas de Intenso Vivir”. En ese mismo año recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de la Habana. En 1992, y tras fricciones fruto del fraude electoral del 1990, donde no se acepta el evidente triunfo del Profesor Bosch en las urnas frente a Balaguer, abandona el Partido de la Liberación Dominicana, y co-funda, junto a Max Puig y otros, la Alianza por la Democracia. Más luego es nombrado su Presidente de Honor. 

En 1996, publica las “Obras Completas de Gastón Deligne”, en dos tomos (XXIV y XXV). 

En 1997, es declarado Presidente Vitalicio de la Casa del Poeta, así como Patrimonio Nacional Viviente. Al mismo tiempo, sale a la luz su libro, “De Amores y Sinsabores”. 

En 1998 el Gobierno Dominicano, en la persona de su presidente, Dr. Leonel Fernández Reyna, y de quien honrosamente fue su Asistente Especial, condecórale con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, la más elevada distinción con que la patria honra a sus prohombres. 

A propósito, durante dicho período de gobierno (1998) se restablecen las relaciones diplomáticas con Cuba, suspendidas desde 1959 tras el triunfo de la revolución castrista.

En enero del 2004, y mientras aun pincelaba su obra novelada “Las Memorias del Teniente Veneno”, de carácter genealógico e historicista, un problema pulmonar complicásele rápidamente, y en la fatídica madrugada del martes trece, sucumbe ante un infarto fulminante. La prensa y la radio nacional se hacen eco de inmediato de tan luctuosa noticia, y el pueblo dominicano en pleno acude a despedirle. 

Años más tarde publicaríase ésta, su última y gran obra - tras ingentísimos esfuerzos -, de manera póstuma durante una Feria del Libro, y patrocinada por el Ministerio de Cultura. 

El país perdía a una de sus más aguzadas plumas al servicio de los mejores intereses de la patria. 

Y yo, perdía a un padre ejemplar.      





                





                                                                                                                                                C.V.             

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