Cap. XVIII - (Horror) en la Calle de la Esperanza...
(de mi novela "Yo, Rodrigo de Siglos")
Arribaba
febrero (fútil) y la inusual neblina apenas mostraba el rostro vejado de la
ciudad (diluida) a través de aquel amplio ventanal que daba a un patio interior con ladrillos y helechos desperdigados
(observeme).
Al entrepiso
-y en colección privada-, obras plásticas
de don Guillo, Bidó, Suro, Oviedo, Morel, Blanco, Ureña, Elsa… alternaban con los
batanes cinetistas de doña Soucy,
como si…
Era el ocaso
de los odiosos doce años y el probo
(hacendado) don Antonio (Guzmán) terciábase
la ñoña (cual decíase). El país bullía en ilusiones.
Non para menos, fue el primer traspaso
de mando pacífico a fuerzas de oposición -tras elecciones libres- en nuestra
historia republicana.
So, era de celebrar…
(Aun,
recuperábamos de los estragos causados por el huracán David, y el reflujo de
los damnificados al Bajo Yuna y los Haitises, siempre una vaina…)
Dual, las
campales peleas en el hogar (demás)
me atortojaban… Y es que la tal Justina (¡A la porra!)
Aquella exasperábase
a cualquiera (ta, ta). Al tracto -y a Dios gracias-, de gira con las nenas (las Albas) por el sur -Barahona, y Pedernales-,
hacia el Lago Enriquillo (dizque a
ver los cocodrilos, y las iguanas), con su clase...
(Apenas por
ellas aguantaba)
Mas aspiraba,
y despejar debía.
(Un mangú con queso frito -y aguacates-,
humeaba sobre el mantel a cuadros, y...)
Remiso,
armeme aquel rellano. Augurábase un
gran (can) concierto, so… Elegime -añoro
agora- un pulover de listas rojas dobles, y aquella (afónica) bufanda ¿a rombos?
-¡Arajo!- que habíame zancajeado nel Hospedaje. Privando en pibe, yo…
(Cogitaba).
Aqueste era (definitivamente) un vecindario
de eremitas.
Y como tal,
nadie asomose.
(Lascivo
derredor)
Oreaba.
(Al Reloj de Sol -colonial- nebulaba el
tiempo y...)
A través de
sus enjutas callejuelas, empedradas de antaño -al parecer surgidas de alguna
novela irredenta de Saramago-, caminé (yo) recauto. Tiritábame muermo. A pesar
de la ligera parca que me enfundaba
hasta los codos, y aquella chalina a rayas, que atosigábame al sofoque.
(¿De dónde
ocurrióseme aquella pinta?).
La estación
de autobús quedaba cerca, mas… yo estaba como aherrumbrado. El C-1 atisbábase a
lo lejos. Debía apresurarme. Si no, perdería la última oportunidad de alcanzar el cielo (apuraba).
Aquel cartel
decía: A las 18.00 horas / Concierto del
Caballo. Bueno. Tamaña gozada, barrunteme.
Una mulata de
ojos verdes (y melena ensortijada a
camomilas) apremiaba en dirección
contraria, asiendo un cartapacio…
(Iridiscente
malgama de etnias,… hacia una única e indisoluble: la humana…, abstraía yo)
“¡Chicharrones,
chicharrones...” -de Villa Mella-, “…con yaniqueques!” -de Boca Chica– pregonaba
ya sin fuerzas aquel buhonero
(nómada).
Aterrizando, adelanteme a abordar el
ómnibus que llevaríame al Coliseum.
Solo un pasajero, solitario -o como de otro plano (antojaba)-, rascábase las
orejas, taciturno.
(Hoy, el Chavo del Ocho -y el Chapulín-, de
matinee a...)
“Buenas”,
espetele, y adosose a la ventana. Apenas oíle (¿respondiome?). Era un tramo
bastante largo para ser un autocar urbano, tal no dile mayores créditos. Ora, ajusté mi aparato localizador (o beeper), a mi cinto (creí), y hojeeme el
diario de la tarde: Nacionalizan la
Rosario. Tanto alboroto por unas cuantas pepitas de oro (increpaba). (Aun)
nunca entendí por qué suicidose don Antonio (tras el triunfo de Salvador y su
camarilla). O solo me hacía el loco…
(Hasta los chinos de Bonao consabíanlo, je)
Ya, las graneadas pugnas entre Peña y Majluta...
Tan empinada
la cuesta. El colectivo a duras penas
avanzaba. El chofer metiole un cambio
(de fuerza), y… “Era la transmisión…”, arguyome.
(Mabí, mabí seibano, original mi
marchante, de bejuco de indio y endulzao con melao -y no miel, no-, casi obligome
a comprar el mercachifle a...)
Por eso,
volviose Balaguer -diez largos años más, en el 86-, ya ciego y agostado, a
realizar el gobierno “que había soñado desde niño”, con obras monumentales
-como era su estilo-, y hasta un mastodóntico faro (con una inmensa luz en cruz reflejada al cielo) en honor al
Almirante -que allí yace-, ya a 500 años del Descubrimiento… ¡Apoteósico!
Asertivo, aludo
hoy.
(…Planear, planear, prever, planear… Planes
estratégicos. A fin de optimizar el tiempo, y los recursos… para minimizar los
gastos, y riesgos… Esa es la razón fundamental por la que los países
desarrollados se desarrollaron…, oíase en la radio… Anjá, ¿y del saqueo –sistemático-
qué?)
Epistemológico.
Al bajar en
la parada no hubo usuarios.
(El apagón -eléctrico- era general por lo
que... Parecía boca de lobo, uf...)
Irreal estío,
la calzada destilábase un extraño olor a humedad que me agobiaba. ¿En dónde
estaba? Creí equivoqueme de guagua.
(La parte alta de la ciudad -en realidad
baja- lucía depauperada y caótica demás ya...)
Nesa hora, leíase apenas: la Calle de la Esperanza. Extraño nombre, cavileme.
(Un cigarro
-o cigarrillo- humeante aún erraba por el suelo cual...)
Cierto, nunca
había…
Intempestivo,
cruzó un vagón sin señas. ¡Siniestra encrucijada! Inquietaba (obvio). Empecé
a sentir pavor (y hasta empacho). Acelereme
el paso. A recuas. Y pensé volver atrás (dilataba)…
Engranujeme.
(...El que habita al abrigo del Altísimo,
morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo oh Jehovah... / Salmo 91:1-16)
Aquella
sombra incordiábame. (Poscuento) atiné a correr. Corrí. Corrí. Corrí como un
desaforado. (Vi) tras de mí, aquella figura (fornida) que apresuraba sus pasos,
a mi desmedro...
(?)
Me seguía.
¡Ay mi madre!
(Y no la Madre Teresa -de Calcuta-, o el
Dalai Lama, pudieron infundirme ya...)
Mosca, pedí ayuda. Grité. Mal, nadie
oyome. Escurrime (raudo). Como ánima que azuzábase un tal Leviatán...
(¡Jesús Sacramentado!)
“Con tantos
crímenes y tropelías nestos días (traperos),
creía que mi hora había llegado”,
condíjeme. ¿O acaso no había pedido (lo)? Ja, no es lo mismo llamar al diablo,
que verlo venir… (por ahí se argüía). Mal… ¿Si era un policía? Aterreme
entonces (aún más). Demás. Ainda los remanentes del viejo régimen coviviense y…
¿Dónde estaba?,
inquirime. (Jo) hociqué, y caí al suelo.
Al doblez de
la acera, advertime aquella bufanda a rombos sí, en lilas o azules (¿o éranse
prusias, y cianes?)… rodaba nel
asfalto (estropeada ya)… Releguela pos.
(¿Qué será de tí?, de la eterna Sonia
restallaba a lo lejos en una vellonera...)
Sentí un frío
como de muerte. ¡Cuan noche aquella! (jojota).
(En Dios confío, decía. ¿Mas, en Dios
confiaba?)
Agobiado, quise
vocear, tan ni pude: enmudecime. (Ah alevosía).
So, aquella silueta abalanzose sobre mí
(vile). Atestiguolo agora. (Y conciso) sacó de su gabán -en sil- algo como un arma (o faca, ¿a escaques?).
Espeluznaba yo (incierto). (Lerdo) reconocime al pasajero solitario, nel autobús...
(Umbrío,
columbreme)
E intenté
defenderme, obstaba…
(Las mafias y fieras redes relacionadas con
el narcotráfico, la trata y la sempiterna corrupción local empezaban a…)
“Señor,
señor, su localizador”, solo aquel dijo... (Gulp).
“Gracias… Gracias…”,
contestele (aún jadeante) yo.
Mi beeper... (claro). (Memo) escurrime...
(Maliciosa idiosincrasia
oh)
Após (frente a mí), aquel cartel desglosaba:
A las 18.00 horas / Concierto del Caballo.
Llegueme justo a tiempo… (Cuaz).
Grandioso, el
alboroto (arriba) armose descomunal.
(A nadie
comentele, lo...) (Hasta ahora)
Uh.
Hipertrofias
de fin de milenio...
(Al derrumbe
del Muro de Berlín, un sistema
unipolar ora erigíase, y no estaba
para chistes yo)
C.V.

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